martes, 23 de septiembre de 2008

La Ruptura del Paradigma Arisitotélico-Ptolemaico

La Revolución Filosófica Científica y La Ruptura Epistémico del Paradigma Aristotélico-Ptolemaico

En astronomía, Copérnico comprendió que no se podía entender el movimiento de los objetos celestes con la tesis según la cual la Tierra está en el centro del Universo y el Sol y los demás objetos celestes giran a su alrededor, comprendió que para entender el movimiento de los objetos celestes era necesario cambiar la relación poniendo al Sol en el centro y suponiendo que es la Tierra la que gira a su alrededor.

Desde que comenzó a esbozar la teoría heliocéntrica (1507) hasta que se publicó (1543) pasaron muchos años. La publicación del libro "De Revolutionibus orbium coelestium" (Sobre las Revoluciones de las Esferas Celestes) fue hasta ese año.

Posiblemente, influyó en esta demora el temor a una probable condena, pero no faltaron voces de la Iglesia, como la del Cardenal de Capua, que animaron insistentemente a Copérnico a divulgar sus teorías. Asimismo, resulta sumamente sorprendente el que una obra que con el tiempo fue proscrita por la Iglesia, fuera dedicada por el propio Copérnico "al santísimo señor Pablo III", obispo de Roma en aquel tiempo. ¿Una temeridad, una desfachatez de Copérnico? Ni mucho menos.
En principio, la Iglesia no tenía nada que objetar a esa obra en sí misma, pero sí en el carácter que se le quería dar.

Si se presentaba como un conjunto de cálculos coincidentes con las observaciones, entendidos más como un artificio matemático que como un reflejo de la realidad, la Iglesia no ponía ningún obstáculo, más bien lo contrario, ya que el modelo copernicano presentaba mayores ventajas que el ptolemaico, entre ellas la sencillez de los cálculos.

Pero la explicación que ofrecía Copérnico no era un artificio matemático sino el resultado del esfuerzo por describir fácticamente la realidad, describirla físicamente con el uso de las matemáticas.

Para Copérnico, su modelo heliocéntrico no era un modelo meramente especulativo, sino que intentaba ser lo suficientemente objetivo como para que la Iglesia sintiera que entraba al terreno de explicaciones que sólo la religión podía ofrecer: las leyes de la naturaleza que ahora el hombre podía describir e investigar ya no eran esas leyes insondables y misteriosas que se atribuían a la voluntad de Dios. Era el completo fin de las viejas costumbres eclesiásticas que dieron origen a la llamada Edad del Oscurantismo, aunque algunos autores opinan que no puede generalizarse y llamar al la Edad Media en su totalidad oscurantismo, y estoy de acuerdo con esa puntualización.

La Edad Media fue una época extraordinariamente rica, que quizá podamos juzgar primitiva en materia técnico-científica, pero no en el pensamiento ni en las artes, y cuyo legado, guste o no, determinó la posteridad especialmente en la civilización occidental.

(El profesor de la Universidad Complutense José Luis Martínez Sanz, colaborador de Elmanifiesto.com, ha publicado Vida y costumbres en la Edad Media (Edimat, Madrid, 2007). Un recorrido claro, didáctico y completísimo por un milenio de historia) .

Así, el modelo aristotélico-ptolemaico ya no era lo suficientemente bueno para explicar el movimiento de los cuerpos celestes que se podían observar, por lo que se hizo necesario romper con él y adoptar las nuevas explicaciones que proponían Copérnico, y otros astrónomos como Tycho Brahe, Kepler, Galileo y Newton.

Brahe desarrolló nuevos instrumentos astronómicos. Con ellos fue capaz de realizar un preciso catálogo estelar de más de 1000 estrellas (777 de ellas con una precisión muy elevada) cuyas posiciones estaban medidas con una precisión muy superior a la alcanzada hasta entonces. Las mejores medidas de Tycho alcanzaban precisiones de medio minuto de arco. Estas medidas le permitieron mostrar que los cometas no eran fenómenos meteorológicos sino objetos más allá de la Tierra. Sus instrumentos científicos fueron ampliamente copiados en Europa. Tycho fue el primer astrónomo en percibir la refracción de la luz, elaborar una completa tabla y corregir sus medidas astronómicas de este efecto.

El conjunto completo de observaciones de la trayectoria de los planetas fue heredado por Johannes Kepler, ayudante de Brahe en aquel tiempo. Gracias a estas detalladas observaciones Kepler sería capaz, unos años más tarde, de encontrar las hoy denominadas leyes de Kepler que gobiernan el movimiento planetario.


Galileo Galilei (1564-1642), usando el novedoso telescopio, observa las fases de la luna, el movimiento de Saturno y Júpiter, y cada vez más es partidario de la teoría heliocéntrica. Los partidarios de la teoría geocéntrica según Aristóteles se convierten en enemigos encarnizados y los ataques contra él comienzan con la aparición de Sidereus Nuncius. Ellos no pueden permitirse el perder la afrenta y no quieren ver su ciencia puesta en cuestión.

Además, los métodos de Galileo, basados en la observación y la experiencia en vez de la autoridad de los partidarios de las teorías geocéntricas (que se apoyan sobre el prestigio de Aristóteles), están en oposición completa con los suyos, hasta tal punto que Galileo rechaza compararse con ellos.


(Con información de elmanifiesto.com, http://www.iua.upf.es/~berenguer/recursos/fig_calc/_3_/estampas/3_12.htm, http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Curiosid/Rc-22/RC-22.htm http://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiamedievalymoderna/Kant/Kant-RevolucionCopernicanaenFilosofia.htm, http://www.arqueologiamedieval.com/noticias/noticias.asp?ref=2012, http://es.wikipedia.org/wiki/Galileo#Galileo_atacado_y_condenado_por_las_autoridades,)

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