martes, 23 de septiembre de 2008

El Racionalismo


El racionalismo (del latín ratio, razón) es una corriente filosófica que apareció en Francia en el siglo XVII, formulada por René Descartes, que se opone al empirismo y que es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia, sobre todo el sentido de la percepción.

Descartes

El racionalismo se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, quien creía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía. Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades universales, evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia.

El Discurso del Método es la principal obra escrita por René Descartes, considerada una obra fundamental de la filosofía occidental con implicaciones para el desarrollo de la filosofía y de la ciencia. Fue escrita en francés (a diferencia de otras obras cultas que debían estar en latín) pues Descartes deseaba que fuera accesible a un público no culto).

En ella Descartes propone en la primera parte del libro un nuevo método (la duda metódica) para llegar a un saber que sea seguro. Al mismo tiempo realiza una rotunda crítica de las ciencias y de la filosofía escolástica de su tiempo. Tras este rechazo admite que sólo las matemáticas y el conocimiento de otras gentes, mediante los viajes, ofrecen un saber o conocimiento seguro, pero Descartes termina rechazando también los viajes debido a que las contradicciones que existen entre unos pueblos y otros no le permiten descubrir la verdad. Concluye diciendo que la única forma de encontrar la verdad es en uno mismo.

En la segunda parte de ese texto Descartes se propone renunciar a la diversidad de opiniones realizadas por múltiples autores que nos han sido enseñadas y en su lugar elegir otras con nuestra propia razón. Descartes aclara que esta reforma no está encaminada a reformar la enseñanza oficial, ni el orden social, sino que sólo expone como él ha llevado a cabo una reforma de su propio pensamiento.

Entonces el autor, (el primero de la llamada modernidad), toma la decisión radical de dudar de forma metódica y provisional de todo lo que le rodea. Descartes no quería construir su sistema filosófico sobre un terreno que él no concibiera firme.

Descartes propone que no podemos fiarnos ni de los sueños, ni de los sentidos, ni del conocimiento de otras personas si no son evidentes para nosotros mismos. Pero a diferencia de los escépticos que se quedaban en la duda, Descartes fue el primero que partió de ella para edificar su teoría pues utilizó la duda como método, como medio y no como fin.

A continuación se expone de forma muy breve los fundamentos de su nuevo método:

1) No admitir jamás cosa alguna como verdadera sin haber conocido con evidencia que así era.
2) Dividir cada una de las dificultades a examinar en tantas partes como fuera posible y necesario para su mejor solución.
3) Conducir con orden mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos.
4) Hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan amplias, que llegase a estar seguro de no haber omitido nada.

Formuladas estas reglas Descartes las aplicó a las matemáticas, por ser consideradas el objeto más simple y claro. Gracias a esta aplicación adaptó el cálculo algebraico y el análisis a la solución de problemas. Concibió entonces el magno proyecto filosófico de fundamentar la ciencia en general.

En la tercera parte del texto, Descartes ya había establecido la duda metódica para poder llegar a la verdad, explica que, mientras se dedica a dudar de todo, tiene que crear una moral provisional que rija su vida. Esta moral provisional tenía una serie de máximas.

A) Obedecer las leyes y costumbres de su país, conservar la religión y guiarse por las opiniones más moderadas.
B) Ser lo más firme y lo más decidido en las acciones y en seguir las opiniones más dudosas como si hubieran sido verdaderas.
C) Cambiar los propios deseos antes que el orden del mundo. Afirma que nada excepto los pensamientos están enteramente en nuestro poder.

La conclusión a su moral provisional, como primer pensador moderno, es que decide dedicar toda su vida a cultivar la razón y a avanzar en el conocimiento mediante el uso de su método.

La cuarta parte es la esencial del Discurso del Método, al exponer su concepción ontológica:
El primer argumento que da para justificar la existencia de Dios (idea derivada de la evidencia –anteriormente examinada- de nuestra propia existencia, de la cual no podemos dudar) es que si tenemos conciencia de nuestra naturaleza imperfecta es porque sabemos en qué consiste una naturaleza perfecta.

El segundo argumento parte de nuestra propia imperfección, puesto que si nosotros que conocemos lo que es perfecto (y aquí preguntaría: ¿Es cierto que conocemos lo perfecto?) nos hubiésemos creado a nosotros mismos nos hubiéramos hecho perfectos. Por lo tanto se requiere un creador de nuestro ser, que tiene en sí esas perfecciones, Dios, del cual depende todo y sin el cual nada podría existir.

El tercero y último argumento que da para justificar la existencia de Dios es que Dios, entendido éste como la perfección, es lo mayor que puede pensarse. Dios tiene que existir-"argumento ontológico" tomado de la prueba de la existencia de Dios que ofrece San Anselmo- puesto que si no, podría pensarse en algo más perfecto y entonces, eso sería Dios.

La existencia de Dios a su vez nos demuestra la existencia del mundo puesto que Dios al ser infinitamente bueno y veraz no puede permitir que nos engañemos al creer que el mundo no existe, es así como Dios nos garantiza la evidencia de nuestras ideas.

Pero Descartes, al final, aun teniendo en cuenta lo dicho, afirma que es nuestro deber y no el de Dios, liberarnos de las ilusiones y evitar los errores.

En la quinta parte, Descartes habla de la formación del mundo (Le Monde) y el papel de la luz: el sol la produce, los cielos la transmiten, los planetas y la tierra la reflejan y el hombre es su espectador. Habla además de las funciones de los seres vivos, describe cómo trabaja el corazón y cómo con la dilatación y contracción éste bombea los “espíritus animales” los cuales llegan con su impulso a todos los órganos. Descartes afirma que el hombre es diferente de los demás animales porque cuenta con un alma racional (algo que ya había afirmado, palabras más, palabras menos, Aristóteles).
Concibe al organismo animal como una máquina automática (por aquel entonces se consideraba las muestras de dolor de los animales meras reacciones materiales y mecánicas, y esa creencia puede estar detrás de la tradición de la fiesta brava), y además demuestra la inmortalidad del alma humana.

En la sexta parte del Discurso del Método Descartes discurre sobre la pertinencia de la publicación de obras científicas, pues para él había primero que examinar las consecuencias y conflictos que pudieran tener en términos de beneficios materiales y morales. Descartes preveía que algunos productos científicos podrían ser mal utilizados e incluso podían ser mortales dado su mal uso. La creación de armas letales a partir del conocimiento científico no hace otra cosa que dar la razón a los resquemores de Descartes.

(Cf. http://es.wikipedia.org/wiki/Discurso_del_Método, http://www.turemanso.com.ar/fuego/filosofia/conocimientodh.html, )

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